sábado, 11 de febrero de 2012

Sobre algo cursi

Estoy de acuerdo con Wilson Eduardo. Desde la Poética de Aristóteles se nos ha enseñado que el argumento de un drama es lo básico. Si falla, si no es íntegro, aunque lo demás sea magnífico, el drama puede ser cursi. No basta el gran despliegue de la técnica ni la belleza de los accesorios. La sociedad del semáforo es un objeto cinematográfico: exige secuencias de movimiento y, por lo tanto, la realización del argumento.
Me parece que el cine colombiano ha solido tocar temas triviales. Desde la película dirigida por Víctor Gaviria Rodrigo D, sin duda interesante y novedosa, el narcotráfico, la mafia, la miseria, la violencia son como características normales de Colombia, como estigmas que el resto del mundo puede estereotipar. Menos mal que Al final del espectro, la primera película de terror en nuestro país y dirigida por Juan Felipe Orozco, se haya alejado de lo habitual.

Jorge-Alberto

domingo, 5 de febrero de 2012

La sociedad del semáforo: ¿Secuela de la pornomiseria?


La película La sociedad del semáforo (2010) desarrolla un tema de la realidad colombiana que ha sido poco tratado artísticamente en comparación con la violencia y el narcotráfico. Eso es loable. Como también lo son las secuencias muy bien logradas que presenta la película, la fotografía y la música. En resumen, el filme, técnicamente es muy bueno y demuestra los grandes avances del cine colombiano en ese aspecto. Lo que no demuestra avances es el tratamiento de la historia y la construcción de los personajes.
 El problema principal está en el aspecto narrativo: un argumento abigarrado que no lleva a ningún lugar y que se pierde entre las aspiraciones vanguarditas del director. Hemingway decía que si en un relato aparecía una pistola, esa pistola tenía que ser disparada. Pues precisamente lo contrario pasa en La sociedad del semáforo el proyecto del protagonista se desvanece tras una inexplicable tour de drogas, putas y violencia en el que de repente se ve sumido el protagonista.
La película tiene una duración de 108 minutos. 108 minutos de buenas imágenes carentes de coherencia narrativa. Además el lenguaje y la actuación de los personajes son poco fluidos, quizá demasiado condicionados por la dirección. Ni siquiera la palabra “marica” les sale naturalmente.
El desafortunado uso de los actores naturales hace que la película caiga de nuevo en el llamado género de la pornomiseria. En busca de la universalidad como lo entienden algunos (que sus obras sean vistas en Europa y USA) se cae en un voyerismo que no trasciende el fenómeno y por tanto no lo universaliza. En esta película, por ejemplo, no se muestra nada del otro lado, el lado de los que dan la plata en los semáforos, que también hacen parte de ese universo de la calle.
El final es también desafortundo. Es inverosímil que una microsociedad se desprenda de su parasitismo para llevar a cabo una anarquía en un país que jamás ha experimentado una revolución política. El campo caricaturizado termina siendo la salida, dejando perdido en una montaña al protagonista y al espectador también.

Wilson Eduardo Palacio

lunes, 3 de octubre de 2011

NEGRO VIVIR...

Los colores de la montaña es una película que presenta claramente la verdadera realidad a la que se ha visto sometida la población rural, una realidad que sobrepasa los límites de lo indigno. Vemos en ella cómo la vida de los personajes se ve mediada por la violencia de grupos al margen de la ley, cómo sus acciones obedecen de cierta forma a los intereses de estos grupos que buscan con las armas imponer su mando y atacar un sistema que no les brinda una vida más digna, un sistema falto de oportunidades. Pero lo importante aquí es observar que unos subsistemas son los que sufren directamente las consecuencias de las acciones de estos grupos. Subsistemas como la escuela, el hogar, el lugar de recreación, entre otros; ven interrumpido su quehacer de manera absurda. La consigna d los guerrilleros, por ejemplo, dicta: "El pueblo con las armas, vencer o morir" como si los habitantes del campo no tuvieran otra elección que unirse a una guerra y así versen obligados a dejar sus intereses, propósitos, proyectos de vida, etc. Si nos detenemos a analizar el sistema educativo de la población que presenta el filme notamos que la violencia, si bien es un problema aquejante, no es el único, pues la falta de recursos para que los niños  posean una buena educación es bastante mísera. Los niños no solo no pueden adquirir el material necesario para llevar a cabo los objetivos de los cursos, sino que no tienen muchas veces un vestuario adecuado y digno para dirigirse a las aulas. Ahora, el peligro al que se ve expuestos mientras van camino al salón o  mientras juegan, al tener la posibilidad de tropezar con una mina quiebrapata es otro rasgo más que muestra lo triste de sus vidas. Esto quiere decir que la felicidad de un niño al ver su pelota y a sus amigos pierde su razón de ser, algo que es totalmente desgarrador y que pesa en tanto se vive del miedo, porque se siente el temor de morir en cualquier momento. Uno puede inferir de la película que tristemente el conocimiento no pertenece a la población rural y que si bien hoy se habla de docencia en el campo, es algo bastante discutible. Solo quienes habitan lo urbano en mayor medida, pueden aspirar a una educación como eje central. Finalmente me parece verídica la frase que aparece en la pared de la escuela al final de la película: "Escuela, territorio de paz".

Daniel Gómez Ayala.

domingo, 11 de septiembre de 2011

El no de las cosas:

Crecer duele y bastante, mientras vives tu infancia solo te preocupas por jugar, comer, llorar, reír y si acaso hacer planas que te ponen en la escuela; pero a medida que creces te das cuenta de lo difícil que es la existencia, de lo poco esperanzador que es este paseíto por un globo que te va matando con su composición, o de los grandes problemas a que te ves enfrentado como ser humano.
Ya que la vida es una dura experiencia, debería estar marcada por el cumplimiento de tus deseos, pero si bien haces muchas cosas de las que quieres, hay otras que se convierten en imposibles. Lo triste es que son imposibles precisamente porque así lo decidimos. Imposibles porque hay otras personas que nos importan demasiado y con ciertos deseos a cumplir las podríamos llegar a herir hondamente, mi cuestión siempre ha sido, dónde queda el yo. Sin embargo sabes que vives en una sociedad totalmente represora en todo el sentido de la palabra y la que le dice a ese yo “haces lo que quiero”. Es decir que los “yo” están regidos por otros entes a los que no se les debe nada. Hablar de nudos es complicado de cierta forma, porque posiblemente tengas unos que no puedes ver, otros que no quieres ver y otros, los que vemos que de cierta manera nos atormentan. Esos nudos que no puedes ver te hacen feliz en la ignorancia, los que no quieres ver y suprimes te hacen tan infeliz en su conocimiento que a veces crees no poder con ellos y los que vemos y que posiblemente otros también vean, te dejan digamos a la expectativa.
Cuando naces en una familia con unos preceptos sociales y un gran arraigo por cierta religión, se te hace difícil ser tú, esa familia te enseña cosas bellas que a lo largo de tu vida agradeces, pero directa o indirectamente prohíbe otras porque poseen ciertas reglas, porque e el estereotipo o porque ya están establecidas y llegar a transgredirlas te harían diferente. La sociedad misma entonces constituye un nudo, te dice cómo caminar, cómo actuar, qué comprar, que no, te dice así es o así no es, te envuelve y crees estar protegido, te dice por dónde caminar y hasta dónde porque tienes un límite en el que te puedes mover; unas fronteras que te piden una visa y un pasaporte, y lo peor, esa sociedad te dice cómo pensar y en ese sentido digamos que ataca los supuestos de la ilustración. No se puede pensar por sí mismo.
Yo creo que son nudos a los que casi nadie escapa, y van muy bien anudados, construyendo lo que quieren. El nudo familiar te pone a pensar incluso qué hacer después de que sales de un colegio, de un pregrado o una maestría, te pone a pensar el camino a seguir y hasta el más conveniente amor. Ahora desanudarlos, es una tarea para pensar, un trabajo que te enfrenta consigomismo, pero que puede darte los mejores resultados. Igual sabes que casi siempre vives para otros y no para ti que es lo más abrumador.

Daniel Gómez Ayala.


miércoles, 7 de septiembre de 2011

La montaña oscura

Una guerrilla como las FARC, para mí, es una terrible empresa rural. Para regenerarse y persistir en la guerra, aparte de consolidarse económicamente con el lucrativo negocio del narcotráfico, necesita del reclutamiento de niños, que son especialmente del campo, lejos de las ciudades y de la suficiente protección estatal. Son seducidos o forzados a una vida bélica. Un impresionante texto de un ex guerrillero de las FARC, En el infierno, es muy ilustrativo al respecto. Cierto o falso, allí se cuenta que se les enseña una ideología, una mezcolanza de marximo, leninismo y comunismo chino, con el cliché de que el Estado es corrupto y hay que destituirlo. A la larga, con la rigidez de la costumbre y de la disciplina militar, pueden llegar a perder una perspectiva más amplia de la realidad, hasta indentificarse como los buenos, los sensatos, los que sí tienen la razón, y afirmar que vale la pena sufrir tanto por la patria. Unos se depravan y otros, sin poder huir del sometimiento, se resignan. Sólo pocos se salvan o mueren en la fuga.

La película «Los colores de la montaña», entre otras cosas, explicita semejante reclutamiento de niños.

Jorge-Alberto

«Entre nos» y la identidad

El concepto de identidad es polisémico. De pronto es problemático. Al parecer hay identidad lingüística, familiar, nacional, religiosa, culinaria, indumentaria, musical, empresarial, educativa, etc. Precisamente, se trata de la identidad entre las personas. Una frase muy utilizada es identidad cultural. Habría que analizar el concepto de cultura. ¿Qué es? No es mi intención filosofar sobre ello. No más diré que si en la cultura cabe lo lingüístico, lo religioso, lo culinario, lo indumentario, lo musical, etc., no es, pues, realmente, un concepto homogéneo. Por ejemplo, en un mismo país existe lo multicultural, ya por las diferencias lingüísticas, religiosas, étnicas, políticas, educativas, etc. Habría que aplicar la teoría de conjuntos para visualizar la identidad entre las personas de un mismo país, es decir, qué cosas tienen en común. El bluyín, una prenda de vestir que nació en Génova, Italia, llegó a ser casi universal: lo usan africanos, indígenas, chinos, japoneses, europeos... Una indumentaria muy común, que implica una gran diversidad nacional y étnica.

La madre y los hijos hablan español, que es su lengua materna, y están en un país cuyo idioma oficial es el inglés. Por la necesidad de sobrevivir, tienen que adaptarse al medio social, aprendiendo al menos el idioma circunstante. Al comienzo, de un modo vívido, se sienten extraños por la falta de comunidad. Después de todo, un caso especial es que el niño tiene que ir a la escuela para así poder adquirir después un empleo más digno, de más recompensa. Se acomoda al proceso institucional y, poco a poco, se vuelve menos extraño.

Jorge-Alberto

Viaje al sexo

Vli Zideline
Vli Zideline
Djilce, djilce, djilce, djilce, djilce,
jalce, jalce, jalce, jalce, jalce,
yulce; yulce, yulce;
dolce, dolce,
Yaase folce...
Dolce... Dolce...
Dolce...

(François Dufrene, Danse de lutins)

¿Qué significan semejantes sonidos?

Jorge-Alberto