La película colombiana El vuelco del Cangrejo del director Oscar Ruiz Navia se convierte para la realidad actual colombiana en una metáfora que representa las problemáticas coyunturales del país, como la lucha del poder, la disputa por la tierra, el no reconocimiento y respeto de las diferencias culturales, la pobreza, la lucha a veces infructífera de trascender las fronteras, es decir salir de país. Todas estas situaciones añadiéndose muchas más, llevan a una serie de conflictos personales y sociales que muchas veces, por no decir la mayoría, terminan en la subversión.
Para empezar se hace necesario presentar algunas características de los personajes que participan en esta película, y de esta manera poder identificarlos cuando se mencione sus nombres:
“Cerebro”: pseudónimo de Arnobio Salazar Rivas, nativo de La Barra y líder de la comunidad. Tiene una especie de hotel donde hospeda a los turistas.
Daniel: es un personaje que no se sabe de dónde viene ni para donde va. Llega a La Barra buscando salir del país por medio del mar.
El “Paisa”: es un pseudónimo del personaje. A todos los hombres blancos los de La Barra les dicen paisas. Este hombre blanco está asentado en La Barra y allí puso su negocio haciéndole competencia a “Cerebro”.
Lucía: es una niña del lugar que se hace amiga de Daniel y lo ayuda a salir de La Barra consiguiéndole una canoa.
Jazmín: es sobrina de “Cerebro” y le ayuda en las labores de la casa y del negocio. Es una joven que le gusta los hombres blancos lo que la lleva a tener relaciones con el “Paisa” y con Daniel.
Ahora bien, si abordamos la película desde el título podemos notar una particularidad, y es que lo acompaña un subtitulo que dice: “Aquí el mar ya no es pacífico”. Esta proposición explica en gran parte el contenido y la propuesta cinematográfica. Un significado de pacífico es “En paz, no alterado por guerras o disturbio (DRAE), designación que de entrada califica el lugar y las posibles acciones de los personajes. La Barra es un territorio real que queda situado en el pacífico colombiano a dos horas de Buenaventura en bote, habitado por nativos descendientes de africanos. Este lugar está en medio de la selva y el mar, alejado de toda civilización y acompañado solo por algunos medios de comunicación como la radio y la televisión, aspectos que muestra la película. El alejamiento de este territorio es una condición que abre la puerta para que los oportunistas puedan irrumpir en la tranquilidad que produce una comunidad pequeña, donde mínimamente cada familia tiene lo suyo, y en cierto sentido “ignoran” lo que sucede afuera como es la competencia, y la lucha por el poder y el territorio, características que están representadas por el “Paisa”. En el mismo sentido La Barra se presenta como un lugar que se resiste a la modernización, y padece la falta de secularización, lo que hace a un pueblo mucho más alejado del mundo, una condición que se representa por medio del personaje de Lucía que nunca tiene clases en la escuela, pero no le falta el deseo de conocer otras posibilidades de vida y tener otras experiencias; por eso le pide a Daniel que cuando se vaya la lleve con él.
El título principal “El vuelco del cangrejo” se puede entender desde el sentido metafórico del estancamiento. Un cangrejo cuando se vuelca debe esperar a que las olas lo volteen nuevamente ya que su cuerpo está cubierto de un caparazón que le impide la flexibilidad. Daniel se podría comparar a ese cangrejo que llegó a una tierra para él desconocida y allí quedó estancado, padeciendo de algún modo las problemáticas sociales de ese territorio como la falta de comida, el incesto, el ocio obligado lo que se convierte en vagancia y en sueños lejanos, la imposibilidad de salir del lugar por falta de transporte, entre otros. Desde el título ya se denuncia toda una problemática que de una u otra forma aqueja a toda la sociedad colombiana, y que viene desde la colonia.
Aunque la película esté realizada con escenas bastante parcas y no tenga una denuncia directa, sino más bien oculta bajo la personalidad enigmática de Daniel, un personaje que no se sabe de dónde viene ni para donde va, o de “Cerebro” que al principio de la película no se sabe si es bueno o malo, y del “Paisa” que no se sabe que más transporta en las cajas de pescado, permite reflexionar sobre las condiciones en las que vive el país de acuerdo a la sensibilidad que cada espectador tiene con respecto a su entorno. Por eso no es extraño que se piense este problema 200 años atrás cuando Colombia, el que en ese entonces no era su nombre, estaba bajo el imperio español. ¿Qué era el territorio de Colombia en ese entonces? La “Leyenda blanca” nos habla de un lugar que fue descubierto por los españoles que ofrecieron a los habitantes americanos su cultura, lengua y religión, y por pago muchos españoles murieron bajo las lanzas de los malvados y salvajes indios. Pero hay otra historia, la “Leyenda negra” habla de las atrocidades que cometieron los españoles con los indios hasta el punto de casi desaparecerlos, lo que obligó a importar negros del África para los duros trabajo de la explotación de la minas de oro que alucinaban a los españoles.
La historia de La Barra no se desliga de este acontecimiento colonial. Los habitantes de La Barra, como los indios en ese entonces, fueron descubiertos por algunos turistas y uno de ellos el “Paisa” decidió conquistar el territorio y colonizarlo con su hotel “El paraíso”, y por la cercanía de estas tierras al mar vio la posibilidad de exportar e importar productos que en la película no se especifican. El “Paisa” bien puede representar el crecimiento económico de la región a costa de convertirse, como el colono, en terrateniente que sin la idea de subyugar a los nativos sí la tiene de apropiarse de la tierra al poner una barrera que dividía la playa en dos: la parte de su hotel y la comunidad restante. Esta discusión por la tierra abre una brecha en el sentimiento de aquellos que tienen sentido de pertenencia por su tierra más no papeles que lo justifiquen como una escritura, situación que los lleva a defenderla con la violencia. Es claro que para el “Paisa” el dinero es el dominante puesto que sabe como hacer negocio; su proyecto empresarial es hacer piscina y bailadero en su hotel, proyecto que no pueden hacer el resto de habitantes por falta de dinero. Si no hay dinero ni escrituras, la sangre es el precio de la tierra para los nativos de La Barra. Con machete en mano sus habitantes le declaran la guerra al “Paisa”. Si bien la película no muestra un signo de violencia carnal se puede intuir en dicha escena.
Por otro lado, también se puede ver en la película el contraste entre la ciudad y la periferia en relación con el espectador, que desde su banca puede ver las escenas desde un enajenamiento cultural ya que en La Barra se cocina con fogón de leña y en la ciudad en microondas o a lo menos en fogón de gas, las viviendas construidas en madera, sus fronteras la selva y el mar, el suelo de tierra, la falta de transporte, etc. lo que pone a prueba el grado de reconocimiento de las diferencias culturales del que está observando desde fuera. Esas diferencias no han fueron saldadas en la realidad que ofrece el largometraje que es una realidad latente. “Cerebro” y sus vecinos chocan con la barricada del “hotel el paraíso” que se convirtió en límites territoriales. En otras palabras aquí los blancos y allí los negros, aquí los ricos y allá los pobres.
El conflicto armado precisamente se generó en ese no reconocimiento de las diferencias, y el no respeto por lo ajeno. Los conservadores y los liberales en pugna por el poder y luego por el exceso de poder generaron los grupos subversivos; los negros-pobres (clase trabajadora de toda índole) ─aquí entraría de algún modo la raza y la condición laboral─, y los blancos-ricos en pugna por los derechos y las oportunidades sociales y económicas; los feos y los bellos en pugna por la aceptación dentro del mundo de la moda, y un sin fin de pequeños grupos en pequeñas guerras que en un solo país se ve grande e inacabable. En este sentido un elemento que llama la atención de la película es cuando Daniel entra al territorio de La Barra y se para frente a un cartel que dice “Por favor no arroje basura”. ¿Qué podría significar aquí la basura? El trabajo que Daniel hace para pagar el alojamiento es recoger la basura de la playa. Es una labor constante y parece de nunca acabar. Siempre hay basura que recoger. ¿Podría significar esto la guerra? O ¿lo que no se quiere en determinado espacio como lo otro diferente?
El final de la película muestra a Daniel en la barca a motor, y por fin logra salir del lugar, pero en este acto surge otra pregunta porque el personaje se duerme en medio del mar quedando a la deriva, lo que lleva a pensar que no tenía un lugar fijado a donde llegar, sino que la idea era salir del país.
En conclusión se puede decir que El vuelco del cangrejo es una película que representa la agonía del encierro y la necesidad de escapar en busca de algo. En Daniel el olvido o una mujer, en otros, nuevas experiencias y oportunidades.
En cuanto al título que presenta este artículo “La Barra es Colombia” puede entenderse desde una posisicion externa, desde la visión de unos ojos extranjeros. Colombia está encerrada y ensimismada en sus problemáticas de violencia que un día empezaron por el sectarismo y la imposición de unos cuantos, y a los demás no les quedó sino defenderse con la fuerza. La Barra es Colombia se justifica desde un sentimiento de queja en el retraso tecnológico que siempre llega tarde por ser un país rezagado desde siempre; por tener pocas oportunidades de trabajo y de estudio, lo que aumenta más la delincuencia y la ignorancia; por el hambre en medio de la selva, materia prima del alimento; por la imposibilidad de trascender las fronteras porque se es colombiano o porque no se tiene el dinero para hacerlo, y cuando se logra conseguirlo, no hay un rumbo fijo y no se sabe que hacer a fuera. Tal vez como Daniel, esperar lo que proponga la corriente.
Aspectos personales
Basándome en la crítica encontrada en ciertos blogs y por los comentarios de algunas personas, por cierto críticas no muy buenas sobre la película El vuelco del Cangrejo comentaré lo siguiente. En primer lugar debemos tener en cuenta que esta es una película de bajo presupuesto y de cine independiente que no está realizada para las grandes masas. Es un cine que puede ser más valorado en el exterior que en su propia casa por el interés que tiene el extranjero de conocer nuestra cultura la que aún cree que es de taparrabo y calles selváticas. En el caso del colombiano respecto al cine, en la educación recibida en materia de arte no se nos ha despertado el gusto por los detalles y el silencio, sino por los estruendos que propone en la actualidad Estados Unidos y el canon que propone Francia e Italia, unos de los pioneros del cine. Tampoco se nos ha educado para valorar lo nuestro, es decir, no hay un sentido de pertenencia por nada, se vende el país a los extranjeros, se prefiere lo importado a lo nacional, hay una obsesión por lo rubio, lo esbelto y lo raro. En cinco palabras, lo que viene de fuera. Estas condiciones hacen que nuestra cultura cinematográfica no sea lo suficientemente sensible para ahondar o sacar cosas buenas de lo que se hace en Colombia. Cómo juzgar un colombiano promedio una película colombiana. Sería lo mismo hablar de un libro y su escritor. Pero la diferencia radica en que nuestra cultura cinematográfica y televisiva es reciente, y ha estado estrechamente pegada al canon propuesto por la élite la cual propone qué ver y qué no. En los años cincuenta se conformó una junta de Clasificación de Películas y desde los noventa la Comisión Nacional de Televisión regula qué pueden ver los colombianos[1] . No ha habido una libertad literaria ni visual aunque se piense que sí. Tal vez el colombiano se cansó de todo un siglo de proyectos nacionales, pero esta vez al revés. Es decir si antes se quería mostrar lo bueno ahora se muestra lo malo. Aquí no hablo de todos sino de una gran mayoría de ciudadanos, ya que El vuelco del Cangrejo para el espectador desprevenido que se encuentre fuera conscientemente de todos los problemas anteriores, podría ver una propuesta aburrida y silenciosa en el tratamiento de un problema que es rojo, y claro está, desilusionarse al final al saber que no pasó nada. Pero esto no indica algo malo. Indica que hay que reflexionar un poco más frente al asunto, y esto fue precisamente lo que me suscitó la película. Si la película suscita un querer entender que pasó es un punto a favor. En mi opinión personal me evito calificarla con lo valores morales y personales de bueno o malo. Me limito a calificarla con una expresión que acuñó un personaje del humor popular antioqueño de “interesante pero discutible”. Y he ahí donde radica lo interesante; en la discusión.
[1] Jaramillo, María Mercedes; Osorio, Bety y otros (Editores). Literatura y Cultura: narrativa colombiana del siglo XX. Volumen III. Hibrides y alteridades. Bogotá: Ministerio del Cultura, 2000. 598 p.