lunes, 31 de enero de 2011

Colombia es La Barra

Aspectos generales

La película colombiana El vuelco del Cangrejo del director Oscar Ruiz Navia se convierte para la realidad actual colombiana en una metáfora que representa las problemáticas coyunturales del país, como la lucha del poder, la disputa por la tierra, el no reconocimiento y respeto de las diferencias culturales, la pobreza, la lucha a veces infructífera de trascender las fronteras, es decir salir de país. Todas estas situaciones añadiéndose muchas más, llevan a una serie de conflictos personales y sociales que muchas veces, por no decir la mayoría, terminan en la subversión.

Para empezar se hace necesario presentar algunas características de los personajes que participan en esta película, y de esta manera poder identificarlos cuando se mencione sus nombres:

“Cerebro”: pseudónimo de Arnobio Salazar Rivas, nativo de La Barra y líder de la comunidad. Tiene una especie de hotel donde hospeda a los turistas.

Daniel: es un personaje que no se sabe de dónde viene ni para donde va. Llega a La Barra buscando salir del país por medio del mar.

El “Paisa”: es un pseudónimo del personaje. A todos los hombres blancos los de La Barra les dicen paisas. Este hombre blanco está asentado en La Barra y allí puso su negocio haciéndole competencia a “Cerebro”.

Lucía: es una niña del lugar que se hace amiga de Daniel y lo ayuda a salir de La Barra consiguiéndole una canoa.

Jazmín: es sobrina de “Cerebro” y le ayuda en las labores de la casa y del negocio. Es una joven que le gusta los hombres blancos lo que la lleva a tener relaciones con el “Paisa” y con Daniel.

Ahora bien, si abordamos la película desde el título podemos notar una particularidad, y es que lo acompaña un subtitulo que dice: “Aquí el mar ya no es pacífico”. Esta proposición explica en gran parte el contenido y la propuesta cinematográfica. Un significado de pacífico es “En paz, no alterado por guerras o disturbio (DRAE), designación que de entrada califica el lugar y las posibles acciones de los personajes. La Barra es un territorio real que queda situado en el pacífico colombiano a dos horas de Buenaventura en bote, habitado por nativos descendientes de africanos. Este lugar está en medio de la selva y el mar, alejado de toda civilización y acompañado solo por algunos medios de comunicación como la radio y la televisión, aspectos que muestra la película. El alejamiento de este territorio es una condición que abre la puerta para que los oportunistas puedan irrumpir en la tranquilidad que produce una comunidad pequeña, donde mínimamente cada familia tiene lo suyo, y en cierto sentido “ignoran” lo que sucede afuera como es la competencia, y la lucha por el poder y el territorio, características que están representadas por el “Paisa”. En el mismo sentido La Barra se presenta como un lugar que se resiste a la modernización, y padece la falta de secularización, lo que hace a un pueblo mucho más alejado del mundo, una condición que se representa por medio del personaje de Lucía que nunca tiene clases en la escuela, pero no le falta el deseo de conocer otras posibilidades de vida y tener otras experiencias; por eso le pide a Daniel que cuando se vaya la lleve con él.

El título principal “El vuelco del cangrejo” se puede entender desde el sentido metafórico del estancamiento. Un cangrejo cuando se vuelca debe esperar a que las olas lo volteen nuevamente ya que su cuerpo está cubierto de un caparazón que le impide la flexibilidad. Daniel se podría comparar a ese cangrejo que llegó a una tierra para él desconocida y allí quedó estancado, padeciendo de algún modo las problemáticas sociales de ese territorio como la falta de comida, el incesto, el ocio obligado lo que se convierte en vagancia y en sueños lejanos, la imposibilidad de salir del lugar por falta de transporte, entre otros. Desde el título ya se denuncia toda una problemática que de una u otra forma aqueja a toda la sociedad colombiana, y que viene desde la colonia.

Aunque la película esté realizada con escenas bastante parcas y no tenga una denuncia directa, sino más bien oculta bajo la personalidad enigmática de Daniel, un personaje que no se sabe de dónde viene ni para donde va, o de “Cerebro” que al principio de la película no se sabe si es bueno o malo, y del “Paisa” que no se sabe que más transporta en las cajas de pescado, permite reflexionar sobre las condiciones en las que vive el país de acuerdo a la sensibilidad que cada espectador tiene con respecto a su entorno. Por eso no es extraño que se piense este problema 200 años atrás cuando Colombia, el que en ese entonces no era su nombre, estaba bajo el imperio español. ¿Qué era el territorio de Colombia en ese entonces? La “Leyenda blanca” nos habla de un lugar que fue descubierto por los españoles que ofrecieron a los habitantes americanos su cultura, lengua y religión, y por pago muchos españoles murieron bajo las lanzas de los malvados y salvajes indios. Pero hay otra historia, la “Leyenda negra” habla de las atrocidades que cometieron los españoles con los indios hasta el punto de casi desaparecerlos, lo que obligó a importar negros del África para los duros trabajo de la explotación de la minas de oro que alucinaban a los españoles.

La historia de La Barra no se desliga de este acontecimiento colonial. Los habitantes de La Barra, como los indios en ese entonces, fueron descubiertos por algunos turistas y uno de ellos el “Paisa” decidió conquistar el territorio y colonizarlo con su hotel “El paraíso”, y por la cercanía de estas tierras al mar vio la posibilidad de exportar e importar productos que en la película no se especifican. El “Paisa” bien puede representar el crecimiento económico de la región a costa de convertirse, como el colono, en terrateniente que sin la idea de subyugar a los nativos sí la tiene de apropiarse de la tierra al poner una barrera que dividía la playa en dos: la parte de su hotel y la comunidad restante. Esta discusión por la tierra abre una brecha en el sentimiento de aquellos que tienen sentido de pertenencia por su tierra más no papeles que lo justifiquen como una escritura, situación que los lleva a defenderla con la violencia. Es claro que para el “Paisa” el dinero es el dominante puesto que sabe como hacer negocio; su proyecto empresarial es hacer piscina y bailadero en su hotel, proyecto que no pueden hacer el resto de habitantes por falta de dinero. Si no hay dinero ni escrituras, la sangre es el precio de la tierra para los nativos de La Barra. Con machete en mano sus habitantes le declaran la guerra al “Paisa”. Si bien la película no muestra un signo de violencia carnal se puede intuir en dicha escena.

Por otro lado, también se puede ver en la película el contraste entre la ciudad y la periferia en relación con el espectador, que desde su banca puede ver las escenas desde un enajenamiento cultural ya que en La Barra se cocina con fogón de leña y en la ciudad en microondas o a lo menos en fogón de gas, las viviendas construidas en madera, sus fronteras la selva y el mar, el suelo de tierra, la falta de transporte, etc. lo que pone a prueba el grado de reconocimiento de las diferencias culturales del que está observando desde fuera. Esas diferencias no han fueron saldadas en la realidad que ofrece el largometraje que es una realidad latente. “Cerebro” y sus vecinos chocan con la barricada del “hotel el paraíso” que se convirtió en límites territoriales. En otras palabras aquí los blancos y allí los negros, aquí los ricos y allá los pobres.

El conflicto armado precisamente se generó en ese no reconocimiento de las diferencias, y el no respeto por lo ajeno. Los conservadores y los liberales en pugna por el poder y luego por el exceso de poder generaron los grupos subversivos; los negros-pobres (clase trabajadora de toda índole) ─aquí entraría de algún modo la raza y la condición laboral─, y los blancos-ricos en pugna por los derechos y las oportunidades sociales y económicas; los feos y los bellos en pugna por la aceptación dentro del mundo de la moda, y un sin fin de pequeños grupos en pequeñas guerras que en un solo país se ve grande e inacabable. En este sentido un elemento que llama la atención de la película es cuando Daniel entra al territorio de La Barra y se para frente a un cartel que dice “Por favor no arroje basura”. ¿Qué podría significar aquí la basura? El trabajo que Daniel hace para pagar el alojamiento es recoger la basura de la playa. Es una labor constante y parece de nunca acabar. Siempre hay basura que recoger. ¿Podría significar esto la guerra? O ¿lo que no se quiere en determinado espacio como lo otro diferente?

El final de la película muestra a Daniel en la barca a motor, y por fin logra salir del lugar, pero en este acto surge otra pregunta porque el personaje se duerme en medio del mar quedando a la deriva, lo que lleva a pensar que no tenía un lugar fijado a donde llegar, sino que la idea era salir del país.

En conclusión se puede decir que El vuelco del cangrejo es una película que representa la agonía del encierro y la necesidad de escapar en busca de algo. En Daniel el olvido o una mujer, en otros, nuevas experiencias y oportunidades.

En cuanto al título que presenta este artículo “La Barra es Colombia” puede entenderse desde una posisicion externa, desde la visión de unos ojos extranjeros. Colombia está encerrada y ensimismada en sus problemáticas de violencia que un día empezaron por el sectarismo y la imposición de unos cuantos, y a los demás no les quedó sino defenderse con la fuerza. La Barra es Colombia se justifica desde un sentimiento de queja en el retraso tecnológico que siempre llega tarde por ser un país rezagado desde siempre; por tener pocas oportunidades de trabajo y de estudio, lo que aumenta más la delincuencia y la ignorancia; por el hambre en medio de la selva, materia prima del alimento; por la imposibilidad de trascender las fronteras porque se es colombiano o porque no se tiene el dinero para hacerlo, y cuando se logra conseguirlo, no hay un rumbo fijo y no se sabe que hacer a fuera. Tal vez como Daniel, esperar lo que proponga la corriente.

Aspectos personales

Basándome en la crítica encontrada en ciertos blogs y por los comentarios de algunas personas, por cierto críticas no muy buenas sobre la película El vuelco del Cangrejo comentaré lo siguiente. En primer lugar debemos tener en cuenta que esta es una película de bajo presupuesto y de cine independiente que no está realizada para las grandes masas. Es un cine que puede ser más valorado en el exterior que en su propia casa por el interés que tiene el extranjero de conocer nuestra cultura la que aún cree que es de taparrabo y calles selváticas. En el caso del colombiano respecto al cine, en la educación recibida en materia de arte no se nos ha despertado el gusto por los detalles y el silencio, sino por los estruendos que propone en la actualidad Estados Unidos y el canon que propone Francia e Italia, unos de los pioneros del cine. Tampoco se nos ha educado para valorar lo nuestro, es decir, no hay un sentido de pertenencia por nada, se vende el país a los extranjeros, se prefiere lo importado a lo nacional, hay una obsesión por lo rubio, lo esbelto y lo raro. En cinco palabras, lo que viene de fuera. Estas condiciones hacen que nuestra cultura cinematográfica no sea lo suficientemente sensible para ahondar o sacar cosas buenas de lo que se hace en Colombia. Cómo juzgar un colombiano promedio una película colombiana. Sería lo mismo hablar de un libro y su escritor. Pero la diferencia radica en que nuestra cultura cinematográfica y televisiva es reciente, y ha estado estrechamente pegada al canon propuesto por la élite la cual propone qué ver y qué no. En los años cincuenta se conformó una junta de Clasificación de Películas y desde los noventa la Comisión Nacional de Televisión regula qué pueden ver los colombianos[1] . No ha habido una libertad literaria ni visual aunque se piense que sí. Tal vez el colombiano se cansó de todo un siglo de proyectos nacionales, pero esta vez al revés. Es decir si antes se quería mostrar lo bueno ahora se muestra lo malo. Aquí no hablo de todos sino de una gran mayoría de ciudadanos, ya que El vuelco del Cangrejo para el espectador desprevenido que se encuentre fuera conscientemente de todos los problemas anteriores, podría ver una propuesta aburrida y silenciosa en el tratamiento de un problema que es rojo, y claro está, desilusionarse al final al saber que no pasó nada. Pero esto no indica algo malo. Indica que hay que reflexionar un poco más frente al asunto, y esto fue precisamente lo que me suscitó la película. Si la película suscita un querer entender que pasó es un punto a favor. En mi opinión personal me evito calificarla con lo valores morales y personales de bueno o malo. Me limito a calificarla con una expresión que acuñó un personaje del humor popular antioqueño de “interesante pero discutible”. Y he ahí donde radica lo interesante; en la discusión.

[1] Jaramillo, María Mercedes; Osorio,  Bety y otros (Editores). Literatura y Cultura: narrativa colombiana del siglo XX. Volumen III. Hibrides y alteridades. Bogotá: Ministerio del Cultura, 2000. 598 p.




El vuelco del cangrejo

Sin duda alguna El vuelco del cangrejo es una de las películas que mejor refleja lo que es en esencia nuestro país. Una historia que está lejos de ser circular y acabada, desde la fragmentariedad, da cuenta de una realidad estática, estancada. Vemos por un lado el marcado choque cultural entre los nativos de una zona remota y olvidada y el "otro" que llega a imponer sus ideas de progeso y civilización. Con esto la película lleva a que nos cuestionemos esa idea que tenemos de "progreso", pues vemos el fuerte contraste entre lo que llega como tal (televisión, música estrepitosa, licor, entre otros) y una comunidad donde la comida es casi una ilusión, el sistema de educación es un eco remoto, el agua potable apenas si se conoce. En medio de esta lucha aparece un hombre que no se sabe de dónde viene ni a dónde va, sólo sabe que quiere salir del país, "huir", pero las circunstancias no se lo permiten. Permanece entonces estático, tomando una posición pasiva, casi indiferente frente al conflicto, sólo piensa en su objetivo de marcharse mientras poco a poco se va "adaptando" al ambiente en el que se ve atrapado. Vemos así un claro espejo de nuestra sociedad: estamos atrapados en una lucha entre mantener unas tradiciones culturales, entre preservar será un poco de dignidad, y un sistema que quiere imponernos unos nuevos valores meramente consumistas bajo el rótulo de "progreso" haciéndolo ver como necesario e indispensable para "civilizar" esta barbarie, pero el pueblo en general, como el protagonista de la película, sin tener claro hacia dónde se dirigen, sólo saben que quieren escapar, irse lejos, siendo a la vez concientes de que no hay cómo, mientras se hacen los de la vista gorda ante la situación y se quedan estáticos y vulnerables como un cangrejo puesto hacia arriba.

Por: Isa Franco

El Vuelco del cangrejo


En “El vuelco del cangrejo”, de Oscar Ruiz Navia, nos encontramos con un paisaje que además de ser el espacio que habitan los personajes, es un paisaje que constituye en sí la música de la película. El estrépito del mar, el susurro de la lluvia y los demás apacibles sonidos de una vida sencilla, fuera del bullicio citadino, se funden con la sutil tensión que se desarrolla en la historia.

A un pequeño pueblo, del pacífico colombiano, llega un hombre que quiere escapar de su pasado. La ficción va desarrollando una ligera tensión entre el hombre del interior con el hombre del Caribe. En “La Barra”, la localidad a la que llega Daniel, se da un encuentro catársico entre el hombre de ciudad y la naturaleza. Allí, como si estuviéramos en lugar al que incluso Cristo ha dado la espalda, nos encontramos con un paraje que parece desenmarcado del contexto colombiano, por lo menos fuera de la realidad que nos ofrecen los noticieros y los periódicos; Daniel se encuentra allí con los ritos, las costumbres, la miseria y el abandono de una localidad, que al igual que él, en una relación casi existencial, está estancada, como el cangrejo, que si se voltea nunca escapa, no se mueve, ni retrocede ni avanza.

César Vargas. 

El vuelco del cangrejo.

Natalia Andrea Montoya

 El vuelco del cangrejo. Dr. Oscar Ruíz Navia

Más que una historia de unos personajes, es una película para mostrar de qué forma se vive en algunas partes del país, en este caso la Costa Pacífica. Tradiciones, formas de ver el mundo, significados que adquieren los elementos del entorno, forma de relacionarse y la influencia del paisaje en la vida cotidiana, se muestran claramente a través de la llegada de un “extranjero” a una tierra de una apariencia casi virginal. En la música se expone una historia del país a la vez que una tradición que gira alrededor de las vivencias en cuanto a la violencia.

La irrupción del forastero en el ambiente y la falta de respeto en cuanto a las tradiciones que no conoce ni comparte también se exhiben en esta película. Cómo el “paisa” transforma el paisaje sin entender la dinámica que se vive en el lugar diariamente, los intentos de modernización y de capitalización del lugar, muestran un tipo de colonización, evidente en muchos lugares de Colombia. Por esta razón la película habla un lenguaje universal, pues no sólo en Colombia se experimenta este tipo de colonización, muchos lugares del mundo han sido víctimas y victimarios de esta situación.

El modo como se desenvuelven las relaciones en este lugar es un punto importante de la historia, pues se muestra algún tipo de incesto, hecho de mucha normalidad para una época colonial, como puede ser visto el momento vivido por los habitantes de La Barra. Cerebro representaría esa parte tradicional y resistente al “progreso”, mientras que el paisa sería ese colonizador que representa la colonización del centro a la periferia y atenta contra esas tradiciones y contra el paisaje mismo.   

El vuelco del cangrejo

Sí ve, sí uno les da un vuelco no se escapan…

Las tierras son de nosotros los negros…

El problema es que nosotros hemos vivido aquí toda la vida, pero no tenemos las escrituras…





El vuelco del cangrejo, es una película en la que es imposible no fijarse en la fotografía, en las excelentes imágenes de uno de los tantos lugares hermosos, que en Colombia permanecen en el anonimato y en el olvido. Mundos aparte, con conflictos que deslindan en temas como: lo ancestral, la modernización, la tierra, lo urbano, entre otras. Un lugar en el que pretenden hacer su entrada “el progreso” y “el capitalismo”, es decir, que quizá este lugar aparezca en el mapa, pero bajo condiciones diferentes, con dueños aparecidos de la nada que despojan a los nativos con papeles y engaños. Es cierto que de entrada la película no cuenta una historia como aquellas a las que estamos acostumbrados, pero pone sobre la mesa una multiplicidad de problemas que afectan a zonas y a comunidades enteras de nuestro país: el conflicto armado, la lucha a sangre y fuego por la tierra, el intervencionismo de culturas ajenas a las nativas que antes que ayudar, generan corrupción, hambre, pérdida de la tradición y de las costumbres propias, imponiendo otras que son completamente ajenas. Es cierto que en algunos casos líderes como “Cerebro” intentan oponerse a dichos cambios, pero es allí cuando los conflictos armados inician y la tierra por la que se pelean termina bañada en sangre y gimiendo de dolor.

En general la película sobrepasa los límites entre la ficción y la realidad. La lucha es desigual y de acuerdo con el conocimiento que tenemos de los hechos sabemos quién triunfa siempre en estos casos.

Por: Mónica Díaz



domingo, 30 de enero de 2011

El vuelco del cangrejo

En la película El vuelco del cangrejo no solo es posible contemplar una serie de tradiciones propias de la sociedad costeña, sino también la irrupción de una segunda cultura que parece ser colonizadora y que llega a imponerse en la región. Señalar un paralelo entre lo que hace el “paisa” y lo que hicieron los españoles en América no es descabellado. Aunque los nativos superan al conquistador en cantidad se sienten incapaces de rebelarse, además dentro del mismo grupo algunos de sus habitantes son sobornados para terminar beneficiándose de los avances que procura la tecnología (un bote con motor) y que les facilita la obtención de la comida, que el “paisa” convierte en un monopolio. Desde ese micromundo se puede ver un macromundo de la historia y la situación colombiana, quizás por esto el final queda abierto y nunca sabremos si los nativos lograron vencer.

El vuelco del cangrejo: apreciaciones.

Por: Natalia María Silva                           

El vuelco del Cangrejo nos presenta una historia principal enigmática y difusa de la que no conocemos ni el comienzo ni el final: el protagonista parece querer huir de algo, pero sus motivaciones nos son completamente ajenas; desconocemos tanto el lugar del que viene, como al lugar exacto a donde se dirige, y qué es lo que se propone. En definitiva, el protagonista se nos hace un desconocido del que muy poco podríamos decir. Sin embargo, y pese a esta inaprensible historia, la película nos presenta otras historias que se generan alrededor de este personaje y que, si bien también son poco desarrolladas, presentan para mí mayor interés, puesto que señalan situaciones en las que podemos ver reflejadas realidades de nuestro país.

Una de estas realidades es la falta de autoridad que se presenta en pequeñas poblaciones alejadas de los centros urbanos: en este caso, el film da a conocer la historia de un extraño –un paisa– que pretende adueñarse del negocio pesquero e incluso de un pedazo de playa; pero no hay nadie que ejerza un verdadero control y es por eso que los antiguos habitantes del lugar tienen que asumir el papel de autoridad –el caso de Cerebro– y lo hacen a su manera, contrariando con machete las imposiciones del Paisa.

Otro asunto que se nos plantea es el abandono de los niños y jóvenes por parte de unos padres que trabajan en cualquier cosa por sobrevivir, como la madre de Lucía que vende almuerzos. Éste abandono se presencia justamente en esta niña que deja de asistir al colegio cuando quiere sin presentársele ningún inconveniente; pero mucho más que en Lucía, el abandono de la juventud se reflejan en los muchachos que parece que no tuvieran otras actividades diferentes a jugar futbol y fumar marihuana. Y junto a este abandono particular de los personajes, está expuesto el abandono de la comunidad entera por parte del Estado, cuya presencia es nula a lo largo de la película.

A mi juicio, El vuelco del cangrejo es una película que plantea diferentes problemas e historias, pero de una manera fragmentada que no permite profundizar en  ninguna, y que desvía la atención de temas de interés hacia  una historia escurridiza y opaca.  

El Vuelco del Cangrejo. Por Alexánder Arboleda Bedoya.

Por lo general, es inevitable tratar de asociar el arte con los fenómenos sociales y/o culturales que permiten que éste se geste. Particularmente, Colombia es un país adecuado para presentar el arte como forma de denuncia o por lo menos de manifestación sobre un flagelo. Aunque sea la censura un vehículo tan efectivo en estos medios, no se ha logrado tapar las fugas que el mismo sistema crea en su afán de totalizar la opinión y el análisis.
El Vuelco del Cangrejo fusiona de forma interesante tres fenómenos de estudio que se retroalimentan constantemente:
En primer lugar, representa el impacto de la sociedad occidental en la conformación de las culturas ajenas a ella. Es decir, cómo la incidencia de la modernización es un factor de impacto en las sociedades autóctonas, las cuales han logrado un desarrollo independiente y sólido por cuenta de sus tradiciones. En segundo lugar, nos muestra, a partir de lo anunciado anteriormente, los cambios sociales y económicos debido a la influencia occidental. Aquí la sociedad autóctona -en este caso, la Barra- se desarticula en su sistema tradicional, para adoptar nuevos modelos de adquisición y poder. En tercer lugar, de una manera paralela a estos dos ejes, aparece el conflicto armado, factor constante en la conformación o destrucción de las tradiciones y los esquemas culturales.
De estos tres fenómenos, el más fuerte –aunque no el más presente- en la película es el primero, ya que se retrata fielmente el choque entre la tradición cultural –en forma de cánticos, el desprecio hacia el forastero occidental (el paisa, por ejemplo) y los paisajes- y la presión ejercida por factores externos a su consolidación como cultura.
 Es interesante observar cómo logra la película plasmar un fenómeno multicultural, un contraste que desdibuja cualquier intento de consolidación por parte del arte y la tradición. Aunque, estéticamente, deja mucho que desear. Parte de un solo plano de tensión, generando pocas sensaciones en el espectador. 

Primeras impresiones sobre "El vuelco del cangrejo", de Oscar Ruiz Navia

En una entrevista que le hicieran a Rubén Mendoza, el director de La Sociedad del Semáforo, el presentador de una importante emisora y de un importante (al parecer) programa sobre cine en la radio, cuestionaba a Rubén sobre la falta, según él, de una historia en la película, que no vio por ningún lado ni inicio, ni nudo y mucho menos un desenlace; que era una serie de imágenes sin un hilo conductor. Quién sabe lo que le hubiera dicho a Oscar Ruiz Navia, director de El vuelco del cangrejo. Me imagino que le hubiera dicho lo mismo: un personaje, que no se sabe de dónde viene, se dirige hacia “La Barra”, una localidad del Pacífico colombiano, y de allí planea ir quién sabe a dónde. Mientras espera a los pescadores, con quienes tiene pensado conseguir una lancha, trabará relaciones con los habitantes del lugar, o más bien intentará lo posible por evitarlas. Y ya. “Es de esas películas donde no pasa nada, que no pretende nada, sólo manifestar un conflicto, a partir de imágenes, no con una historia, sólo con intenciones poéticas banales”, quizá dictaminará el periodista cinéfilo del corte del que hablábamos más arriba. Pero quizá esté exagerando.

Podría decir, yo, en una primera impresión, que El vuelco del cangrejo es una metáfora de la sintomatología de Colombia, a partir de la revisión cotidiana y particular de una de sus regiones.

Uno de los problemas planteados es el de la tierra, el cual es ilustrado por el conflicto entre “El Paisa” y “Cerebro”. El primero, un blanco del centro (con apariencia de gringo, acento bogotano y apodado “El Paisa”), no sólo pretende quitarle los clientes a “Cerebro”, sino que tiene proyecciones de apoderarse de toda la playa, en contravía del bienestar de los nativos. Y es que, como dice “Cerebro”, ellos han vivido toda la vida en esa tierra pero no tienen escrituras, por lo que no pueden hacer nada. La única y última opción que les queda es desenfundar los machetes, no hay otra. A parte, “El Paisa”, aprovechándose de la carencia de peces y pescadores, inicia un tráfico de pescados a costa del hambre y la austeridad de todo un pueblo.

Y este problema se ahonda más por otro, también percibido en la película: el abandono. Sólo en una escena se ven a tres hombres armados caminando por la playa, pero no se alcanza a percibir que clase de hombres armado son. De resto, no se ve por ningún lado la presencia del Estado. Incluso, para solucionar el problema con “El Paisa”, son los mismos hombres de la comunidad, en una especie de asamblea comunitaria, quienes toman las decisiones, y ellos mismos tienen que decidirse a solucionar el problema con sus propias manos.


Y podríamos pensar también, por qué no, en el personaje de Daniel (aparte de ser el que de pie para que la historia de “La Barra” sea narrada) como el que encarne la saga de miles de colombianos que van por ahí, errantes, huyendo. De Daniel no sabemos de qué huye, pero sabemos que ha dejado algo atrás, algo que le duele. Esta situación de desarraigo, de huida, la expresa no sólo en su afán de lanzarse al mar, en lancha o no, sino también en la expresión dura y fatigada de su rostro.

En El vuelco… se centra la mirada en lo cotidiano, en las sagas particulares de los que no son, por lo regular, tomados en cuenta, y desde allí plantea una serie de cuestionamientos que bien pueden ser colectivos (por no decir universales). Mirada que no tiene porqué seguir los lineamientos del cine tradicional (el de Hollywood, sobre todo).


Por: Daniel Ospina Quiceno

sábado, 29 de enero de 2011

EL VUELCO DEL CANGREJO


El vuelco del cangrejo es una película simbólica, que encanta por su belleza en el lenguaje metafórico, donde sin ser exactos y directos se hace una crítica política y se manifiesta una ideología común pues son muchos los afectados con el plan del Paisa, personaje sobresaliente por su poder y su papel de terrateniente, él afecta no sólo a Cerebro sino a toda la comunidad Afrodescendiente; puesto que al llegar a La Barra y encomendarse  la tarea de construir un hotel adueñándose de una tierra que no le pertenece e imponiendo limites en el territorio  por medio de una barrera de madera ataca directamente a toda la comunidad; además, con el papel del Paisa se desarrolla otro problema que se delinea en la película, y es el mal uso del turismo, pues descansa en las manos de personas que no son nativas del territorio. Pero no es sólo el Paisa el que lucha por sus intereses propios colaborando al crecimiento económico que propone el Capitalismo abriendo una grieta entre costumbres sino que también aparece Daniel, personaje estratégico que permite que conozcamos el escenario y los personajes que conviven en La Barra; él también lucha por sus propios intereses aunque estos no sean económicos en apariencia; sin embargo, se evidencia que él no se encuentra en este lugar remoto gratuitamente pues pareciera que huyera de algo, de alguien o de sus recuerdos, pues lo único que se muestra en la película sobre el pasado de Daniel es una fotografía que guarda con recelo. Por último, otros dos personajes importantes que aparecen en la película es Lucía y Jazmín; la primera es una niña que revela la carencia de la comunidad, pero que encarna la inocencia que pervive en un niño a pesar del dolor del desarraigo y la pobreza tanto material como cognitiva, pues es claro que ir al colegio es una actividad esporádica; y la segunda es una mujer que encarna el ultraje y la explotación que sufre con Cerebro y con el Paisa, todo por la necesidad de alimento. 


Realmente, el vuelco del cangrejo es una película admirable que retrata la vida cotidiana, llena de una tensión apacible que respiran todos y que percibe Daniel al quedar atrapado en esta comunidad. Comunidad que se debate contra el famoso “progreso” que acarrea una supuesta mejora e innovación, abriéndose una brecha entre lo ficticio y lo “real” dejando en el espectador un sinsabor de boca frente a los problemas que se bosqueja entre líneas, el paisaje y el silencio que reina en momentos.

Johanna Areiza Madrid.

Consideraciones: El vuelco del cangrejo



Esta producción llama la atención, en especial, por sus imágenes. Se muestra un paisaje típico de la costa pacífica colombiana en su expresión más escueta, acompañado de diversas sensaciones: la luz –natural y artificial–, los sonidos –la música, el mar...–, el clima –bochorno intenso, constante y húmedo–, los olores –el mar, la selva, el pescado, el sudor...–, que incluso el espectador puede tener la impresión de alcanzar a percibirlas. En conjunto, todos estos elementos recrean una atmósfera densa, enmarcada entre la candidez y la perfidia, pues, en un villorrio aparentemente tranquilo, se esconden, de manera solapada, intenciones que al final van encaminadas hacia la tenencia del poder sobre la tierra y el mar, y lo que ambas superficies producen –el mismo cuento de siempre, la historia de la humanidad–.




  Por: Isabel Luna Coutin